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viernes, 19 de diciembre de 2008

Francisco Casavella, un diamante entre la ceniza


Francis, el día en que ganó el Premio Nadal de novela 2008



Mi amigo Francis falleció anteayer día 17 de diciembre, víctima de un ataque al corazón a los 45 años. En los últimos tiempos habíamos perdido el contacto, pero siempre he tenido un recuerdo para él, y de alguna forma sabía de su actual vida a través de amigos comunes y de la prensa. Francisco Casavella era seguramente el escritor español vivo más prometedor, ganador del Premio Nadal de novela de este año, y llevado al cine 3 veces ( sus novelas "Un enano español se suicida en Las Vegas", "El Triunfo", y el guión original de "Antártida"). Para mí siempre será recordado como el ideólogo de mi grupo de música Claustrofobia. El nos descubrió a grandes artistas como Jonathan Richman, Velvet Underground... Ya escuchaba a The Smiths antes de que aquí supiesen si quiera quienes eran. Compartimos en los primeros 80's muchas noches de juerga y charlas; eramos corrosivos y sarcásticos...En 2006 se publicó un disco doble de Claustrofobia, con rarezas, conciertos y material inédito. Francis escribió el texto de presentación. Hoy al leerlo me estremezco, pues parece su epitafio:

"La juventud es tantas cosas que puede ser un cigarro. Primero se fuma porque te dan el cigarro. Luego porque fumar queda bien, porque alivia, por placer, porque tenemos ocupadas las manos y la boca. Pero tarde o temprano el cigarro se va acabando. Lo ves y, además, quema. Las caladas son ardientes y ansiosas, y si antes ya eran ansiosas se han vuelto furiosas. Luego sólo queda humo en el aire y ceniza en el suelo. "¡Quiero otra juventud!", gritas. Pero se acabó. Y estás cansado.En ese sentido (y en ningun otro) he dejado de fumar. Y en cuanto a la nostalgia, soy una especie de exfumador converso. Me irritan quienes no saben vivir su tiempo y su edad sin darse cuenta de que la resignación de hoy ha sido la misma resignación de siempre. Lo que uno da de sí: no pensar, sentir a medias, dejarse ser. Pero entonces, amigas y amigos, el humo lo velaba todo, ¿verdad? ¡Qué tiempos aquellos! Nada de eso. No fue más que otra edad de piedra, otro espejismo. No hay que darle más vueltas. Aunque quizá una vuelta más... A veces me agacho a recoger la ceniza, como todos, la froto entre los dedos. Y a veces imagino que las cenizas se vuelven diamantes.


Conocí a los Claustrofobia con mi amigo de la adolescencia Ragnampiza gracias a un fanzine que nunca llegó a nada. El aborto quería llamarse "Malizia". A lo mejor se puede ser más ingenuo, pero entonces te tienes que comprar un pito. Porque éramos muy ingenuos. Y, unos más que otros, arrogantes y algo infelices. Y pobres. Casi de posguerra, vamos, como de Dickens. Pero eran unos tiempos en los que el humo lo velaba todo, claro que sí, y el fingimiento se volvió general. Le debo a Ragnampiza el compartir el lado cómico de todo aquello, el ver más allá de la farsa. Y a Pedro Burruezo le debo, y eso es mucho, la viva demostración de que uno puede rebelarse contra la situación que de verdad importa. Uno será lo que quiera ser: contra todo y contra todos. Intentar ser menos es como no ser nada. Pedro es un buen compositor, el mejor arreglista que he conocido y un cantante y letrista algo extravagante. En las actuaciones se transforma, desde luego. Pero era una lección verle construir las canciones en el local de ensayo con María José, con Antoni (*), con Sebas. Fuera del tiempo, lejos del efectismo. El modo en que le brillaban los ojos, su concentración mientras jugaba. Esa fue la primera vez que estuve ante un artista verdadero.


Y había una época, claro. Del 82 al 84 creo que ví unos cincuneta conciertos de Claustrofobia. Algunos fueron buenos y otros soberbios. En uno, en un pub de Sants, fuí todo el público. Pero no es eso lo que recuerdo con más fuerza, con más agrado, con mayor solvencia, ya que uno es como es. Recuerdo a unos seres de la discográfica Wilde Records cuya biografía daba algo de miedo. Recuerdo un viaje a Madrid, en aquellos autocares nocturnos de soldados, en el que conocimos a otro ser, recién salido de la Modelo, que se hacía llamar "El Tronco" y que había viajado a la capital con el fin de matar a "El Pecos". Con la conversación, se fue desvelando que "El Tronco" era hermano de la niña que murió en una avalancha de fans de un concierto de los Pecos. El hermano había salido de la cárcel y se iba a vengar. ¿Verdad o mentira? Digamos simplemente que no lo consiguió. Recuerdo estar en Rockola el día en que murió Eduardo Benavente y se paró la música y alguno de sus amigos llegó a la sala llorando. Ahora también están muertos. Para ellos tampoco hay tiempo.

Pero, sobre todo, recuerdo la cara de admiración de mucha gente y la cara de asco de otros tantos. No se puede gustar a todo el mundo. No se quiere gustar a todo el mundo. Esa era la idea. Y de la idea han quedado estas canciones, diamantes entre la ceniza. Buenas canciones arrebatadas, fuera del tiempo."



Claustrofobia: Pedro, María José, Antoni, Sebas, en la época en que Francis fue "todo nuestro público"

Descansa en paz, Francis, amigo.


BIBLIOGRAFIA de Francisco Casavella

Lo que sé de los vampiros 2008
El idioma imposible (El día del Watusi III) 2003
Viento y joyas (El día del Watusi II) 2002
Los juegos feroces (El día del Watusi I) 2002
El secreto de las fiestas 1997
Un enano español se suicida en Las Vegas 1997
Quédate 1993
El triunfo 1990

El texto de Francisco Casavella está incluido en el doble CD de Claustrofobia "Fiesta en la Noche (conciertos y grabaciones 1982-1984)", publicado en 2006.

(*) un servidor de ustedes

2 comentarios:

Legabal dijo...

Hola amigo Nostromo:
Gracias, en primer lugar por este espacio donde recuerdas y das constancia de Francis.
Emocionante recuerdo y el artículo otra joya más en el zurrón del primico Francis( Soy Leonardo, primo de Francis y de Alex)
Muy buena gente, primico Nostromo.
Voy a comprar cuando pueda vuestro disco
y gracias por el testimonio.

Nostromo dijo...

Vaya, Leonardo, me emociona haberle llegado a un pariente de Francis... Un abrazo!