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"'Ay de aquellos que reduzcan la explicación de un fenómeno adverso a una sola causa, porque omitirán ( y por tanto, no corregirán) las n-1 razones restantes que también contribuyeron a ello" (ANTONI BALTAR)

martes, 16 de mayo de 2023

Subcampeón de Catalunya de Maratón M55

 ( XVIII Marató d'Empúries, 30.04.2023)




Después de la mala sensación que me quedó tras la Maratón de Málaga, necesitaba  correr pronto otra maratón, esta vez de forma exitosa, para quitarme ese mal sabor de boca. En muchas ocasiones la Marató d'Empúries es la sede del campeonato de Catalunya, y en 2023 volvió a ser designada. Esta vez volviendo a sus fechas habituales, abril-mayo (la vez anterior que la disputé se celebró en octubre, a causa de la pandemia). Me puse manos a la obra de inmediato tras Málaga, iniciando ya la semana del 9 de enero un ciclo específico de 16 semanas. Aún no se había designado la sede del campeonato, pero confiaba en que sería en Empúries, ya que la organización me confirmó que así lo habían solicitado. El maratón de Barcelona acontecía el 19 de marzo, apenas 14 semanas tras Málaga, así que lo tuve muy claro, la elección sería Empúries, donde como atleta federado podría optar a ganar una medalla. ¡Nada mejor que subirse al podio y colgarse una presea para olvidar fracasos deportivos! Pero la cosa no sería fácil, pues cuando me llevé el oro acababa de cumplir 57 años, y esta vez con 59 y cercano a hacer los 60 sería el "viejo" de la categoría. 

De nuevo mi plan de entrenamiento consistió en un mix de la filosofía FIRST con los entrenos clave de Greg Mc Millan. Incluiría en el ciclo bastante competición, 5 medias maratones, pero todas ellas separadas entre sí por al menos una semana. También preví y realicé 5 tiradas largas de al menos 30k: dos de 30k, y una de cada de 32k, 34k, 36k. Me parecía un ciclo muy completo, cuya única pega es que todas las tiradas largas fueron " estándar" y no realicé ninguna "Fast Finish". Por tanto, tenía bien entrenado correr en ayunas (incluso un poco deshidratado , ya que he abandonado la práctica de llevar agua para las tiradas largas, y voy bebiendo en las fuentes que me encuentro y tengo localizadas), pero la hidratación-suplementación con geles sólo la probaba durante las medias maratones. 

Disfruté mucho a lo largo del ciclo, ya que en todas las medias maratones que corrí el clima acompañó, y también en las tiradas largas. Y ya definitivamente los otros dos días de entrenamiento de running lo realizaba siempre en la calle, nada de cinta. Entrenos de tempo,  fartlek y ritmo de carrera en el litoral, y series en los alrededores de Can Dragó. Y como cross-training me volqué en la bici estática, dejando de lado el remo indoor. sí, disfruté mucho de los entrenamientos porque no entrenaba ni competía en invierno desde 2020, los meses antes de la pandemia. El invierno 2021 estaba recién operado, y el de 2022 me pilló lesionado tras el maratón de Empúries fascitis plantar). Así que tuve que buscar por mis cajones cortavientos, guantes, medias de compresión ... que habían estado arrinconados.

Estaba preocupado porque mis últimas marcas distaban mucho de las que conseguía antes mi operación de labrum. Recordaba como en el último medio maratón antes de la proclamación del estado de alarma, justo el fin de semana anterior, firmaba 1:27 en Mediterrani sintiendo que aún no estaba en el pico de forma. Ahora me parecía un abismo volver a bajar de 1:30. Pero analizando mi historial deportivo y hablando con Scott Muir, el coautor del método FIRST, me dí cuenta de que, además del factor edad, había otra clave: demasiadas lesiones o, dicho al contario, períodos continuados sin estar lesionado demasiado cortos. Me hice una especie de gráfico en el que consigné mis estados y ví lo siguiente:


Traducido: después del maratón de Barcelona en marzo de 2013, sufro una larga lesión de pata de ganso, con la que convivo hasta octubre de ese año, hasta que finalmente dejo de correr un par de meses. Inicio mi recuperación en enero, y en noviembre 2014 corro un muy buen maratón en Donosti. Empiezo a preparar el maratón de Barcelona 2015, en el que consigo la que es mi marca personal, un casi sub 3 horas sin haber salido a buscar el sub 3 horas. Fantástico. De febrero a mayo logro mis marcas personales en todas las distancias, de la milla al maratón. Me siento muy optimista, y me inscribo al maratón de Valencia , pensando que con el mismo tipo de entrenamiento y ajustando un poco mi peso tengo el maratón sub 3 horas en el bolsillo, ya que el maratón de Barcelona, para marca de 3 horas, supone un handicap de alrededor de 3' respecto a un maratón llano como es Valencia. Estoy veraneando en mi adorado Cangas de Morrazo , donde se v a iniciar mi ciclo de entrenamiento para el maratón, y caigo lesionado en la primera semana. Doble lesión, fascitis plantar y pubalgia. Creo a ciegas en la comunión cuerpo-mente, que forman un todo indisoluble, y estoy convencido de que los sucesos de julio de mi entorno laboral me afectaron muchísimo, porque me llené de ira, rabia, dolor y tristeza.

Son lesiones largas, que me tienen medio año sin correr. Vuelvo en abril 2016, y consigo encadenar una racha de 36 meses sin lesión, corriendo en este plazo 4 maratones, 3 de ellas a tope y la última como liebre. Mis marcas están siendo buenas. con 3:06 y 3:10 en Barcelona. y he logrado algunas medallas en Campeonatos de Catalunya y podois en carreras populares . En la Mitja del Maresme  de abril 2019 firmo mi tercera mejor marca de siempre, sub 1:27. Justo después de esa Mitja, se acaba la racha y caigo lesionado, un edema óseo en el ala derecha del sacro. 5 meses más en el dique seco, y vuelvo, y las cosas van saliendo más o menos, pero finalmente se me diagnostica la rotura del labrum derecho (todo está relacionado), y aprovechando la pandemia y la falta de competiciones, aprovecho para operarme. 11 meses después de la operación ya firmo otra maratón, pero de nuevo lesionado, otra vez la fascitis plantar. 5 mesecitos más parado y bueno, ahora llevo ya 12 meses sin lesión, corriendo dos maratones en este lapso. Esper poder prolongarla al menos 24 meses más...

Ser maratoniano tiene un alto coste, ya que la imprescindible tirada larga provoca un gran desgaste, son muchos impactos. Y reconstruir una tirada larga de 30k desde cero requiere de unas cuentas semanas de progresión, muchas más que si eres un corredor de 5k y 10k, como esa inmensa masa de populares que pueblan Championchip, y que o no haces tirada larga, porque compites, o la haces como mucho de 14-16 km...

Pues bueno, cuando "descubrí" que la solución a mi problema es simplemente no lesionarme, me he sentido como liberado, como si todo fuera a resolverse, y eso me ha ayudado. Y he ido viendo en este ciclo como mis marcas en media iban mejorando, hasta llegar a Montornès, mitja que me encantó y a la que seguro volveré, firmando ya 1:30:43, cerquita de ese sub 1:30 que "necesito" para saber que he vuelto definitivamente.


En Sitges 1:34:30, corriendo sin dato de pulso ni GPS ( mi Suunto murió definitivamente)
 (foto de JJ Vico)


En Terrassa, probablemente la Mitja más dura de Catalunya, en un día gélido, apenas empeoré respecto a Sitges (1:35:06)

En la Colomenca, una de mis Mitges favoritas, rebajé la marca de Sitges 2 minutos tras apenas 4 semanas ( 1:32: 29)


En Mediterrani, para mi sorpresa, no conseguí mejorar la marca de Colomenca, a pesar de ser un recorrido más llano (1:32:48)

En Montornès, mitja que nunca había corrido, la mejora fue espectacular : 1:30:43. En un recorrido parecido al de la Colomenca, pasando tambíen por la carretera de La Roca. Inicio sinuoso en ascenso durante la primera mitad, bajada y final vertiginoso en la segunda. Va a ser que no soy tan de llano como suelo afirmar...

Después de la Mitja de Montornès estaba optimista, veía que podía rozar una marca de 3:15 en la maratón. Las cosas iban saliendo bien, ya que a Empúries 2021 llegaba con una marca en una media totalmente llana de 1:36:03, y en cambo ahora mi tarjeta de presentación serían 1:30:43 en una media sinuosa. Más de 5 minutos de diferencia, un abismo. Pero iban a aparecer contratiempos en el camino. Y el primero parecía cosa de brujas: 9 días antes de la dispusta del Maratón, exactamente los mismos días antes del Maratón de 2021, volvía tener un contratiempo. Entonces el diagnóstico fue simplemente sobrecarga muscular; esta vez el problema me pilló en plena segunda serie de un 3 x 2000. Un pinchacito en el isquio derecho me hizo aminorar el ritmo, y finalmente parar. A urgencias que me fuí, como la otra vez. Y también tuve la suerte que pudieron hacerme una ecografía. 













Esta vez el diagnóstico no era tan favorable: microrrotura de 4.5 mm en el semitendinoso de la pierna derecha. Tratamiento sencillo: aplicación de frío y compresión. Y por supuesto, no correr. pero ya quedaban sólo 3 entrenos de running, los sustituiría por bici de spinning, lo cual me dejó el trasero más que dolorido. En cambio, el supuesto músculo roto no daba ninguna señal. En la pierna izquierda el isquio me había dado algunas sensaciones de molestias de las que me traté con un fisio, pero no me impedían correr con normalidad. Me dio rabia esta pequeña lesión, pero era un mal menor. No tendría problemas en tomar la salida del maratón. En todo caso, por precaución no corrí ni un solo día, y me reservé para los 5k de Empúries del sábado, que correría como una "easy run" para probarme.




La prueba fue satisfactoria, no habría problema con ello al día siguiente. Me habían dicho los médicos que en general estas microroturas se autoregeneran en unos 14 días; por suerte la mía lo hizo en menos de 10. El problema real para la Maratón sería otrro: desde hacía unos días una ola de calor asolaba la Península Ibérica, y aunque en el nordeste su efecto no fue tan acusado, desde luego nos ponía en condiciones nada idóneas para correr un maratón. Se esperaban 17º ya a la hora de la salida, y lluvia en las horas previas, lo que inevitablemente conllevaría también una alta humedad. Mis calculadoras ya estaban en marcha hacía días, y los últimos datos que introduje fue una previsión a las 8:00 ( la salida era a las 8.30) de 17º y 79% de humedad, con 22º y 57% a las 12:00. Habiendo decidido ser prudente, aplicaría el coeficiente de resistencia logrado en 2021 a la marca de Montornès. Eso me llevaba a maratón en 3:15:56. Decidí ser algo más conservador, porque mi nuevo reloj Garmin Forerunner 255 pronosticaba 3:16:34. Fue a esta última marca a la que apliqué el handicap, que vaticinaba maratón en 3:23.33.

Había visto en la lista de inscritos que habría 2 rivales que podrían firmar 3:15, por las marcas que les ví en estas misma maratón u otras. Honestamente, me veía detrás de ellos en estos momentos, pero pensé que tenía una posibilidad de ganar: si estaban para hacer 3:15 en condiciones normales, con el handicap podrían aspirar como mucho a 3:20. Si eran demasiado optimistas y no ajustaban, podían tener problemas en la segunda mitad. Calculé que ese 3:15 podía transformarse en 3:28, o al menos en 3:23. Si yo conseguía maratón en 3:23 podría optar al oro.

Hablé con Cristian, que se está convirtiendo en compañero de fatigas ( ya hicimos juntos  un entreno de simulación de ritmo y pulso para el maratón semanas antes). Él había corrido la marató de Barcelona, pero se veía con fuerza y ganas de marcarse otra maratón 6 semanas después, buscando acabar con mejores sensaciones. Le pedí que me hiciera de liebre para mi objetivo. Habíamos estado hablando mucho los días anteriores sobre el increíble split negativo que se marcó Abraham Kiptum en el reciente maratón de Londres. Este extraordinario maratoniano corrió la primera media a un ritmo de 2:55, desde allí al km 30 se puso a 2:53, y desde allí a meta promedió 2:47. Una auténtica animalada, 8 segundos por km más rápido que la primera media. que para mi objetivo supondría bajar 13 segundos, lo queme parecía imposible.

Con Cristian y Miki acabado el entreno de ritmo y pulso de maratón


Con Cristian, Miki y Sheila Vicente, la flamante Miss Barcelona, con la que coincidimos en la Sagrada Familia de regreso a casa


Estuve trabajando con mi hoja de cálculo haciendo ajustes para planear una carrera con split negativo, pero que tuviese en cuenta que las condiciones climáticas irían empeorando, con lo que el split ofrecería ritmos numéricamente muy parecidos; la dificultad estaría en poder sostener ese ritmo inicial con la temperatura en aumento. El plan de carrera sería pues llegar a la media a un ritmo de más o menos 4:50 el km, y desde allí hasta el km 30 a 4:48, y realizar los kms finales a 4:47. Eso daría un maratón en 3:23 y algunos segundos. 

Durante toda al semana había hecho mis deberes, intentando desde el lunes beber más agua de la habitual para llegar bien hidratado. Por la mañana realizaría mi desayuno habitual pre-competición, un par de tostadas con crema de cacahuete, e iría bebiendo hasta la salida una bebida Maurten de carbohidratos. La había testado el día de la Mitja de Montornès ( en que olvidé cenar pasta la noche antes y lo quise compensar con carbohidratos líquidos) con éxito. Volvería a utilizar los geles Maurten, 4 en total, 2 con cafeína y dos sin ella. eso más 200 mg de cafeína 45 minutos antes de la salida, me daría un total de 400 mg de cafeína, más que suficientes. Como siempre, había realizado una privación de 7 días desde el domingo anterior.

La noche del sábado llueve suavemente, y por la mañana me dirijo al encuentro con Cristian bajo una fina lluvia. Al llegar a los alrededores de la salida el día todavía está nublado, pero pronto cambiará.


Con Cristian, Miki (que correría la Mitja, logrando una muy buena marca) e Iván Torrente, que llega por sorpresa al lugar


Mientras nos vamos preparando para ser conducidos por los soldados romanos hacia la salida, el cielo se va despejando, las nubes se apartan y el sol hace su aparición, y no se retirará en toda la maratón. Mola correr al sol, pero mola menos que la temperatura ya sea de 17º a las 8 de la mañana. Pasaremos calor. Y vengo advertido por mi compañero de club José Luis Cruz ( que por cierto fue subcampeón absoluto de este maratón el año anterior) que hacia la segunda mitad de la carrera empezará a soplar la temida Tramontana. Me dice que el viento provoca más deshidratación. Que él será prudente, y que lo que importa es acabar. Le doy la razón, y reflexiono: "sí, la prioridad es acabar, porque tanto cálculo y especulación no servirán para nada de no acabar. Y quien no acaba,  no solo no se lleva la medalla de chocolate, es que no le dan ni la de finisher". 

El desfile hacia la salida a través de las Ruïnes d'Empúries. La verdad es que es un momento mágico. En 2021 preferí esperar en la línea de salida, pero es mucho más bonito llegar escoltado atravesando las ruinas

Parece que Iván se va animar a salir con nosotros, buscando estar cerca de 3:25. Nos situamos más o menos en las primeras posiciones ( la salida es más bien estrecha), por aquello de que en campeonatos, el tiempo que cuenta para determinar elresultado es el oficial, el orden de llegada,  y no el  tiempo real. Cristian aprovecha para hacer un último río antes de la salida, justo al lado, al fin y al cabo estamos en el campo ;-)



Con Cristian e Iván tomando la salida

Cristian sale delante, y para mí que va un pelín acelerado. Prefiero no forzar el ritmo para pillarle, ya habrá tiempo. Me pasa por la cabeza que si Cristian se siente fuerte y quiere tirar, me parecerá bien. Pero yo voy a intentar hacer la carrera planeada. No importa, enseguida hacemos contacto, y de hecho el primer km ha salido un pelín lento, a 4:55. Cristian me pide que me fíe de él, que no vaya mirando el reloj constantemente, que ya ajustaremos al paso de cada km. Tiene mi confianza, así que le voy a hacer caso. Y desactivo el lapsus automático de mi reloj, le daré manualmente en cada marca.

Los primeros kms transcurren cómodos, como no podía ser de otra forma, y vamos hablando, aunque Cristian me recuerda que yo debería ir más callado, lo que es una verdad como un templo. Ya he contado en alguna ocasión como he corrido maratones contando chistes hasta pasada la primera mitad, y no es plan. Por cierto, empiezan los contratiempos: cuando estamos en la carretera de Sant Pere Pescador, he de pararme a hacer pis. Esto es algo que no me pasaba desde mi primer maratón, en el que imagino que los nervios y una hiper-hidratación causada por los mismos me obligaron a pararme dos veces. Pienso que igual me he pasado con la bebida de carbohidratos y la ingesta de líquidos, pero bueno. Cristian para poco después, y más adelante me alcanza. Ida y venida por esta carretera, que nos lleva a pasar el 10k a un ritmo promedio de 4:56, algo más lento de lo que se pretendía. No me preocupa, el pulso está muy contralado. No lo había preparado en esta ocasión, pero recuerdo que en la estrategia Marco el pulso promedio de maratón no se alcanza hasta llegar a la media. Tengo un mente que el pulso promedio objetivo debería ser 157, y pretendo no sobrepasarlo hasta el km 21, si es posible. Quiero "asegurar" poder realizar split negativo en la carrera de hoy, y para ello es importante no forzar en exceso al principio. 


Como tampoco quiero dormirme, le comento a Cristian que a pesar de la moderación, no hagamos ya parciales más lentos de 4:55. Así que al 20 llegamos a un mejor ritmo, pero pronto empezarán mis problemas. Entre el km 20 y el 25 empiezo a notar tirantez en los músculos de la cadena posterior de la pierna izquierda. No llega a ser molestia, pero es un aviso.

Esas sensaciones me empiezan a poner nervioso, no estoy cómodo. Cristian va delante de mí siempre que es necesario para cortarme el viento, que todavía no es demasiado fuerte pero sí molesto. Le grito para que me oiga, pero realmente estoy ofuscado. Hay un momento en el que le pido que no haga más bromas , y me contesta "pues si quieres hablamos de Ucrania". Me desarma. La verdad es que él está super cómodo, corriendo contenido, y yo tengo malas sensaciones, que me hacen estar muy irritable y antipático. Estoy realmente desagradable, le llego a decir a Cristian " en confianza, eres de las personas que conozco que más me saca de quicio". Eso no se le puede decir a un compañero, a un amigo. Es una cacicada, es un arranque de "jefe", puro mal carácter, mala leche. Y ahora pasados los días me doy cuenta de que mi reacción era una agresión inconsciente a mi amigo, "culpándole" de sentirse cómodo y fresco mientras yo no estoy del todo bien. Mi sistema neuro-muscular está fallando ( de esto hablaré en mi siguiente entrada, "Calambres en el Maratón", que merece ser tratado como tema aparte). 

Esto es ya el preludio de mi hundimiento. Hemos forzado un poco el ritmo, a mi solicitud, y por ello el pulso me ha subido un poco, a 160, 164 en el km 25, pero ese no es el problema. Cristian me advierte de que tenemos a Rafa Pérez, la liebre de 3:30, muy cerca. Me lo dice no para presionarme, sino para que sea consciente de ello, para decidir si quiero evitarlo o me dejo atrapar, pero que no me pille por sorpresa y como consecuencia de ello tenga un bajón de moral. 

Yo todavía no veo sensación de peligro, y de hecho le comento que tenemos a Iván delante, y aunque le deseo lo mejor a mi compañero de club, preveo que le daremos caza hacia el km 30 a 32. Iván parece que sigue a su ritmo, probablemente buscando acabar en 3:25 o por debajo. A este punto ya le he dicho a Cristian que me vale 3:25, no hace falta intentar a toda costa el 3.23 que proyectaba.




Y ahora va a empezar la pesadilla. Empiezo a notar molestias, una especie de pinchazos, todavía leves, en diversos puntos. Debemos estar hacia el km 27, 28. Cristian está muy cómodo delante de mí, pero yo tengo dificultades serias. Esos pinchazos son una especie de "calambrillos", no muy dolorosos, pero sí realmente molestos, incapacitantes. No puedo ponerme a 4:50 ni mucho menos. Empiezo a decirle a Cristian que se vaya él. No quiero fastidiarle una maratón con mis problemas, sería horrible para él y para mí. Así que empiezo a "echarle". Él me da un grandioso consejo antes, me dice que , sin poder saber exactamente cuál es mi estado, que si no veo riesgo de lesión, que intente continuar , seguir a un ritmo cómodo que me lleve a a acabar la maratón en 3:30 o más, pero que la acabe, porque si la acabo puedo ser incluso medalla de oro, porque mis rivales directos puede que ni siquiera hayan tomado la salida o que se retiren. Es un consejo sabio y fundamental, y entronca con lo que reflexionaba el día anterior: de no acabar el maratón, ni medalla de chocolate ni de finisher...

... Así que diría que entre el km 28 y el 29, cuando estamos volviendo hacia la zona de salida y meta. le entrego una de mis pulseras con los colores de Etiopía, mis fetiches, a Cristian, como prenda para llegar a meta. Y yo reduzco mi ritmo a un ritmo más cómodo, como de 5 y pico el km. El km 30 para mí supone ya el 42 ( XLII reza el simpático letrero) para los primeros de la carrera. Justo cuando llego allí está entrando en el desvío a meta Carles Montllor, atleta al que yo tenía por favorito por poseer el record de la prueba desde 2021, pero que finalmente acabó subcampeón. Carles en ese momento me da una envidia inmensa, pero no por su marca, sino porque ya está acabando el maratón para él, y en cambio para mí está empezando lo que preveo será un larguísimo Via Crucis. Tan largo como que desde este momento hasta volver a llegar aquí para enfilar hacia meta, pasará más de hora y media...

En este punto estoy acompañado  por una colega de La Sansi, Rosa Matamala, que el día anterior se retiró de los 5k y hoy ha firmado podio con su cuarta posición absoluta ( y segunda de su categoría) en los 10 km de Empúries, que tienen un podio más amplio de lo habitual, acogiendo hasta a 5 atletas). Rosa va de regreso a su casa en bici, y al ver mis dificultades se ha quedado a mi lado. Vamos hablando un poco y le cuento lo que me pasa;  voy a un trote de 6 el km, no puedo correr más.


Rosa Matamala entrando en la meta de los 5k d'Empúries


Rosa Matamala



Poco después de pasar por la zona de meta, me encuentro a Miki que ya ha acabado con éxito la media maratón. Corre un poco conmigo, pero se disculpa porque está algo perjudicado después de su carrera. No importa, he de pararme para estirar un poco y beber del agua que me ofrece. Sigo mi camino, ahora entraremos de nuevo en L'Escala. Rosa sigue a mi lado con su bici. Me viene muy bien su compañía, me relaja y me hace sentir menos desgraciado, porque lo que me queda por delante no será fácil. 

Miki en acción


Bajada balsámica por la calle Gràcia, con Rosa al lado, y en llegando al km 32, donde mi hija Iria aguarda para animarme, catacrack. calambrazo en el gemelo derecho. Me quedo clavado, y grito como un loco, un grito potente y largo, sostenido. Una voluntaria se asusta, me pregunta qué pasa, por suerte Iria le dice : " no t'amoïnis, el meu pare és molt exagerat"

(video de Iria Baltar)


Sí, soy exagerado, pero el grito no es sólo de dolor sino también de frustración. Por un momento temo que habré de retirarme. Un voluntario se ofrece a ayudarme, me dice que mejor me tumbe, pero yo le digo que si me tumbo igual luego no soy capaz ya de levantarme. Me hace unos estiramientos que me alivian. Luego pienso que es posible que sea ilegal ayudar a un atleta en competición. En cambio que Rosa me acompañe en bici no lo veo punible, porque no me está marcando ningún ritmo, simplemente me sigue ella a mí y vamos charlando.


¡Calambrazo al canto!



(video de Iria Baltar)





Emprendo la marcha de nuevo, intentando trotar suavemente. Estamos al final del Paseo Marítimo, sé que Rosa tendrá que dejarme, seguirá su camino a casa y yo... Continuaré hacia el infierno.  Ya está soplando la tramontana que me habían advertido, lo que dificulta aún más mi penoso ritmo. A partir de entonces, el maratón se convierte en un mix de trote suave, speed-walking (tratando de darme mucho impulso con los brazos) y frecuentes paradas para estirar en el bordillo. 

No toca, pero no puedo evitar mirar el cronómetro, y el consuelo que podía tener de mejorar mi peor marca histórica (haciendo de liebre), se esfuma también. Soy un pesado, porque ya no se trata de la marca, se trata de llegar a meta sin daños, o los menos posibles. Intento desdramatizar, y voy haciendo bromas a los voluntarios y policías. Cuando me ofrecen isotónica pido "mejor un cirujano, por favor" , y les pegunto a los policías "si no cerráis nunca las ventanas de L'Escala, menuda ventolera". Ya en el km 38, el humor está del todo recuperado pero no la zancada; estos últimos kilómetros son ya más de speed-walking que de intento de trote. Paso por delante del restaurante donde comimos el día anterior, y exclamo "Tot això és culpa del bacallà amb cigrons de Can Galan!", despertando la risa de la chica de la tienda de enfrente. 

Me río de mi mismo, hago ver que me hablo diciéndome : "los he visto más rápidos". Sigo con mi speed-walking, mi deporte pre-cirugía del otoño de 2020. No está tan mal, me han salido parciales desde el km 31 de entre 7 y 8 minutos el km. Ya, parece muy lento, pero si lo pasamos a km/h son 8,5 , no está mal , recuerdo que la velocidad de un caminante son 5-6 km/h. Y eso con un par de paradas por km al menos, para ir estirando, y golpeado por las rachas de viento. El deambular por el puerto de L'Escala y sus aledaños desde que me dejó Rosa se me ha hecho eterno. Pero ahora que salgo del pueblo para dirigirme a la zona de salida/meta, en las Ruinas, estoy más optimista, ya supongo que podré acabar. Es una pesadilla diurna, ver como voy solo por la carretera, el viento en contra, coches por el otro carril, polícías que me pasan al lado en moto y pienso , no vaya a ser yo el último de la carrera ( qué va, pero da esa sensación). Una escena tan ridícula como terrorífica.

Por fin, hora y media después, vuelvo a ver el cartel del XLII. Y por fin, el ansiado giro a meta. Feliz, desde luego no por la marca, que no pienso revelar aquí, el que quiera saberla que busque las clasificaciones de la carrera. Feliz porque se ha acabado el suplicio.

(foto Fotoinstant)


Parece que todo está en orden, no hay lesiones. Así que sólo queda esperar los resultados de los atletas federados. Y bingo, mencionan mi nombre, me acerco al podio, nos preguntan al campeón de mi categoría y a mí por un tercer atleta, del que no tenemos noticia. Pienso en lo que dijo Cristian, que no ha tomado la salida, o que se habrá retirado o, como sucedió hace 2 años, que ha decidido no presentarse al podio. Yo me hubiera retirado con gusto en el km 32 después del gran calambrazo. Pero estaba en juego una medalla, y yo la quería. Y esta vez la medalla de finisher la tomo con orgullo, porque sin ella no habría llegado la plata que me corresponde finalmente, como subcampeón de Catalunya de Maratón, categoría M55.

(video de Iria Baltar)


Con Claude García Fitó, campeón de la categoría, que consiguió una excelente marca, por debajo de 3:15. El favorito consiguió ese registro a pesar de la temperatura, humedad y viento, yo le vaticinaba 3:20 como mucho ( captura de pantalla de video de Iria Baltar)

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 José Luis Cruz se proclama campeón de la categoría M40 

Iván Torrente firma un magnífico 3:25 (foto Fotoinstant)


Cristian emula el split de Kiptum, y rebaja brutalmente la marca objetivo que me había propuesto realizar con él, a pesar del lastre que le he supuesto yo desde el medio maratón hasta que le he instado a irse (foto Fotoinstant)

Con mi ex-compañera de club, la gran atleta ucraniana de élite Inna Lebedieva (foto de Iria Baltar)

Con Ricard Montané, que resultó Campeón de la categoría M65 y subcampeón de la categoría >60 de la carrera popular (foto de Iria Baltar)




La historia de este maratón me ha recordado mucho a la de Frodo y Sam en El Señor de los Anillos. ¡Hay muchos paralelismos! Podríamos relatarla así: " Frodo y Sam parten hacia Mordor, con la misión de conseguir para el señor Frodo una medalla del metal más noble posible. Sam ha sido un servidor leal y fiel, incluso obediente a los caprichos de su señor. Frodo ha sentido el influjo de Sauron, ha pasado por momentos de ira, que ha descargado injustamente contra su fiel compañero. Al final las fuerzas le han fallado, y ha comprendido que debía dejar partir a Sam, al que le ha entregado uno de sus amuletos. Sam ha conseguido el objetivo fijado, aún sin saberlo. Frodo ha llegado a Mordor por su propio pie, pero arrastrándose. La medalla se ha logrado, incluso ha sido de un metal más valioso del que cabía esperar, dadas las circunstancias"


Con Iria, Miki, Cristian y el resto de su familia, celebrando ( foto de Cristian)

Paso feliz casi todo el día tras este éxito, en el que he podido comprobar que si estoy determinado a lograr un objetivo, lucho y persevero para conseguirlo.  Pero después de la agradable y larga sobremesa, ya empiezo a darle vueltas a lo que ha podido pasarme, a hacerme preguntas , y a hacerlas a otros para buscar respuestas..

Los calambres... Recuerdo cuando hace un tiempo le preguntaba a una compañera cómo podía ser que su pareja, que por entonces conseguía marcas espectaculares en media maratón, siempre por debajo de 1:25, en el maratón se iba a 4 horas o casi. Y me dijo, "es que le dan calambres". Y yo entonces ni sabía que era eso, y esbocé una sonrisa entre comprensiva y burlona. Años después, dos o tres días antes de un medio maratón, estaba tan tranquilo en la cama, ya despierto pero aún no levantado, y de repente sufrí un dolor lacerante, como de un latigazo, en un gemelo. Mi mujer me dijo que eso era un calambre, y me ayudó a recuperarme, enseñándome un estiramiento. Soy tan torpe que me lo tiene que ir recordando casi siempre que lo necesito...

...Porque por desgracia, ese calambre se ha repetido ya muchas veces. Demasiadas para mi gusto. En esa primera ocasión el presidente de mi club La Sansi, José Luis Blanco, me dijo que eso era conocido como "la pedrada" y que se producía por deshidratación. Tenía sentido. Y después de esa primera ocasión hubo más, casi siempre en la cama, pero  recientemente me había sucedido dos veces, después de competición ( la última en mi anterior maratón, en Málaga, sufriendo un trío de gemelos/abdomen/fascia). Y hoy, día fatídico en que me sucede en medio de la única competición que de verdad me importa. Pero como dije antes, este tema merece ser tratado con extensión por si sólo. "Calambres en el Maratón" ¡Lo escribiré muy pronto!












 . 


















lunes, 6 de febrero de 2023

Vine a disfrutar, sufrí; vine a enseñar, aprendí (Maratón de Málaga, 3:29:34)

 (Maratón de Málaga, 11.12.2022)




Después de haber ganado la medalla de bronce en el Campeonato de Catalunya de Media Maratón, mi objetivo deportivo de la temporada estaba cumplido. Así que me esperaba como premio un maratón que correría con la única meta de DISFRUTAR, por primera vez en mi vida. Saldría sin presión de conseguir determinada marca, ni posición en la categoría, ni lugar en el podio. Recién cumplidos los 59, y por tanto siendo de los mayores de la categoría M55, no había nada que hacer. Mi reciente marca en Lleida, 1:32:50 , estaba lejísimos de las que conseguía en marzo 2020, antes de la proclamación del estado de alarma, en que me movía en 1:27:00 sin estar todavía a tope. Así que a Málaga iba a pasarlo bien, acompañado de mi familia para unas mini-vacaciones, ya que en verano por diversas circunstancias nos habíamos quedado en Barcelona. Es por ello que me había planteado la posibilidad del maratón de Lanzarote, muy bien ubicado en fechas (justo antes de la semana del doble puente puente) si lo que se pretende luego es quedarse unos días disfrutando de la post-carrera.

Finalmente me decidí por Málaga, ciudad que no habíamos visitado nunca. Además, al estar justo 3 semanas después de Lleida, deportivamente era una diferencia de fechas óptima, pues la marca de Lleida suponía un magnífico test predictivo de la posible marca a buscar en el maratón. Porque vale, no tenía un objetivo de marca, pero yo quería salir a competir, no a hacer una tirada larga de 42k. Para eso había hecho el entreno específico de maratón, y no el de media!

Los entrenos clave de las últimas semanas me habían salido muy bien, me daban confianza. Además, había realizado un test de pulso, uno de mis testa pre-maratón favoritos: correr media maratón a ritmo previsto para maratón, y controlar el pulso entre los minutos 5' y 55'. Si el pulso es estable (menos de 5 latidos de diferencia entre esos dos instantes) se "aprueba" el test. Saqué notable alto, sólo 2 latidos de diferencia, 153 a 155. Además, el ritmo me salió ligeramente más rápido de lo previsto: 4:35 /km, en lugar de los 4:36 como objetivo ambicioso. 4:35 es el ritmo para maratón en 3:15:00, aunque dándole muchas vueltas a mis calculadoras, honestamente me veía más a 4:38, o sea, 3:16:00.

Al final el objetivo siempre es mejor situarlo en un rango, ya que la estimación más fiable de marca posible es tomar la marca del medio maratón reciente corrido a tope, y aplicarle un corrector, siendo el mejor el propio coeficiente de resistencia, medida en la que el ritmo de maratón decae respecto al de media. Y ahí estaba la clave: si me aplicaba mi mejor coeficiente histórico, 94,4% (Marató Barcelona 2015), eso me llevaba a maratón en 3:16:37. Si por contra me aplicaba uno más conservador, que era además el más reciente (Empúries 2021) me iría a 3:20:30. Supongo que os imagináis que elegí el más ambicioso, empujado además por la idea de que Lleida no es un recorrido llano, y Málaga lo sería algo más. Así pues, me puse el chip mental de optar a 3:15:00.

Los partes meteorológicos no ayudaban al objetivo. Desde hacía semanas se vislumbraba que el tiempo  de final de otoño, que estaba siendo por fin bueno para correr a finales de noviembre, iba a traernos malas noticias. En efecto, para el día de la maratón se esperaba lluvia a lo largo de toda la mañana, con temperaturas bastante altas para las fechas (de 15º a 16º), humedad relativa de más del 95%, y algunas rachas de viento. Total, se iban a dar cita los Cuatro Jinetes del Apocalipsis del Maratón. Puestos esos datos en mi calculadora de handicap por calor/humedad, esa marca soñada de 3:15:00 se iba a ir a 3:20:00-3:21:00. Apunté pues a 3:20, que supondría correr a 4:44 el km.

Llegamos a Málaga el viernes noche, y nos regalamos con la primera cena. Qué peligro tiene ir a correr un maratón a una ciudad dónde se come bien! Ya se veía que mucho frío no hacía, y el sábado el día era radiante, primaveral, totalmente soleado y hacia el mediodía se podía ir perfectamente con manga corta. Me fui a la feria del corredor, que estaba algo alejada del centro, para recoger el dorsal, pero para mi horror había una cola larguísima, así que desistí, me fui a comer con la familia, otra comida extraordinaria, y por la tarde repetí el camino. No voy a echarle la culpa a esta doble excusión de mi resultado del domingo en el maratón, pero la verdad es que caminé demasiado. Entra la media horita de trote ligero por la mañana, y el doble paseo, acababa el día con más de 30.000 pasos, actividad excesiva par aun día previo de maratón...


Con Martín Fiz, campeón del mundo de Maratón, en la feria del corredor. También estaba allí, como el otro embajador de la carrera, el doble campeón del mundo Abel Antón


Y el domingo, como estaba más que previsto, amaneció lluvioso, húmedo y cálido. Yo saldría en el cajón sub 3:15, con el objetivo de 3:20. La lluvia no nos abandonará en toda la carrera. Al principio una ligera llovizna, a ratos algo más densa. El viento aparece de vez en cuando, aunque la verdad es que no me molesta, me sirve para refrescarme. Voy a mi ritmo, alejado de grupos, al no buscar una marca redonda de esas 3:00, 3:15 o 3:30. Se corre bastante cómodo, pero en el km 5 pillo el primer cabreo de la carrera: veo que el avituallamiento es a un sólo lado, y yo estoy en el contrario. Y ese no puedo saltármelo, porque me voy a administrar un gel. Por cierto, primer maratón que voy a correr con geles Maurten, los que usa Kipchoge. Los he estado probando semanas antes, y me gusta su textura y saber. El inconveniente es que son un pelín grandes, pero bueno. Ah! El cabreo...

Cojo el agua, tomo el gel y voy despotricando. A mi altura un corredor se de cuenta y me pregunta que me pasa, se ofrece a que m e desahogue con él. Le tomo la palabra y le cuento mi enfado, que si hay avituallamiento a un solo lado deberían avisar. Este simpático corredor es Raúl Madrid, un granadino que ha venido a correr el Medio Maratón como preparación para el maratón de Sevilla. Corremos juntos hasta más o menos el km 15. Allí le dejo que se vaya, que estoy aflojando el ritmo. Hasta el km 5 llegamos a 4:42 el km, del km 5 al km 10 el ritmo fue de 4:39, y yo creo ques estoy yendo demasiado deprisa, porque la idee era correr a 4:44. Así que aflojo algo. Hasta aquí el pulso ha estado bastante controlado, más o menos a 155, que era el testado. Pero ya en el 13 me he estado acercando a 160, que podría ser el que corresponde a mi umbral de lactato, así que hay que andarse con ojo.

Pero el km 15 lo que supone realmente es el principio del fin. Tengo una sensación que nunca me había sucedido antes en ningún maratón: apenas estamos en el km 15, ni siquiera hemos llegado a la media, y ya noto cansancio mental y físico, las piernas ya notan el esfuerzo. De hecho, cuando llegamos a la media, durante un breve instante tengo la tentación de abandonar, de quedarme en la media. Venzo esa tentación rápidamente, porque me digo, he venido a Málaga a correr el maratón no a pasearme. Pero no me veo fuerte. A la media llego en 1:39:57, o sea, clavado a ritmo de maratón en 3:20, pero ya sé en ese momento que no me va a ser nada fácil lo que me espera...

Si llevamos esa cara ya en el km 9, la cosa no pinta bien...

El público anima, se ha echado a la calle a pesar del tiempo, nada agradable. Pero sus ánimos no me van a ser suficientes. Hay algunas bandas de animación musicales, pero excepto alguna batucada, alguos tocasn alguna canción que en esos momentos llega hasta a sentar mal, como la de los payasos de la tele y el "Hola Don Pepito...". Me parece una elección no ya rara, sino pésima, sobre todo en el estado de ánimo en que me encuentro. En algún tramo, cerca de un estadio donde entraremos y recorreremos los 400 metros de pista, tengo mi segundo cabreo. Hay mucho sitio para correr, pero un holandés se empeña en pegarse a mi lado. Siempre entenderé que alguien se te pegue detrás para protegerse del viento, y le aplaudiré si me da un relevo. pero eso de pegarse para ponerse al lado, codo con codo, en aquel momento me sienta mal. Le esquivo y me voy para otro lado, ostensiblemente, y se vuelve a enganchar al poco. Me cabreo y le grito: "it's so wide!". Al final se va, porque no puedo seguir su ritmo. Menudo sufrimiento, hasta el km 25 más o menos he podido trampear con el 4:45 /km, pero el 25 al 30 ya me he puesto a casi 5:00, y el pulso ya está claramente por encima de 160...


Me he acordado de los consejos de Greg McMillan, de tratar de sonreir en los malos momentos, y lo he hecho, pero la sonrisa más falsa que se pueda uno imaginar. Mi ritmo va cayendo y los repechos se  me antojan cordilleras. Me pasa una chica del club ProAm de Barcelona que ví antes del km 10. Ahora ya estamos en el 30 y pico y me pasa ella a mí, con ritmo envidiable de ir de menos a más. Yo estoy suplicando que no haya más subidas, pero ya lo creo que las hay. Este maratón de llano, nada. Sería estilo BCN, quizá algo más duro. Yo pido, suplico que me digan que no hay más subidas ya, pero me engañan. Veo una recta larguísima, en subida constante de la que no percibo el final. Me recuerda al Paral.lel, pero en Barcelona eso sucede ya hacia el final, en el km 40. Aquí aún falta... Y hasta el 35 ya voy más lento de 5 el km, y el pulso se va a 165...

Ya vamos a adentrarnos en el centro de la ciudad, pasaremos por la mítica calle Larios, cuya iluminación navideña es un espectáculo. Pero en esta gris mañana, al llegar allí está lloviendo con más intensidad, y hay que tener cuidado con los adoquines del suelo, está resbaladizo. 



Llego por fin al km 40, a un ritmo ya cercano a los 5:15 el km, o peor. Vengo oyendo a mis espaldas a un grupo, y temo que puede ser quienes van con la liebre de 3:30. Eso sería el mayor mazazo de mi vida. No puedo consentirlo, así que lucho. Los adoquines supongo  que me hacen tener una pisada irregular, y entonces sucede algo: noto un fuerte pinchazo en la parte baja del cuadríceps derecho, justo encima de la rodilla, y me tengo que parar en seco. Me doy un breve auto-masaje, y vuelvo a arrancar, sabiendo que pararse a estas alturas de un maratón, en mis condiciones, es certificar la muerte deportiva. A los pocos metros vuelvo a sentir otro pinchazo en la misma zona, y vuelvo a pararme. Me parece ver como un grupito formado por un padre y dos niños de entre 5 y 10 años me miran, y uno de los niños me señala y se ríe. Ojalá haya sido mi imaginación, pero es el recuerdo que tengo y será difícil que me abandone. Esto ya no es cabreo, es tristeza. De alguna parte de mi sale la fuerza necesaria, y arranco. Ya no pararé.

Km 41. Desde aquí hasta meta se hizo eterno


Hay una ligera bajada antes de llegar al Paseo el Parque, donde está situada la meta. Es bálsamo para mis piernas. Ya vamos a llegar. Y parece que he conseguido mantener a raya al grupo que busca el sub 3:30. En algún punto de la carrera renuncié al 3:20 que buscaba para apuntar al 3:25, pero desde hace ya kms que estoy firmando con acabar por debajo de 3:30, firmando con ello el que será mi segundo peor maratón, sólo superado por el primero que corrí, pero en el que disfruté como nunca. Ni siquiera voy a ser capaz de mejorar mi resultado del año pasado en Empúries, donde acabé en 3:27:27. 

Recta de meta

Llego por fin al final, en un estado físico y mental pésimo. Me he acordado mucho del maratón de Palma en 2017, en mi única participación hasta la fecha en el Campeonato de España de Maratón. Aquel día fue un infierno de calor y humedad, y hoy se ha parecido en casi todo, con el añadido de la lluvia y algo de viento. Y la sensación final ha sido bastante peor, la verdad, No hay nada más que ver mi cara en la siguiente captura de pantalla del video de meta, es todo un poema...



Cojo la medalla, botella de isotónica, y me voy. Lo mejor del caso es que alquilamos un apartamento cercanísimo a la zona de salida, con lo que puedo volver andando, está a menos de 5 minutos, no he tenido ni que utilizar el guardarropa. En el apartamento están mi mujer y mis hijas, que se han quedado fritas y ni siquiera me han ido a ver a la carrera. La verdad es que no las he echado en falta, porque bastante sufrimiento tenía ya encima como para sentirme culpable de que se mojasen por verme... Me siento en la cama, y al poco me da un fuerte calambre en el gemelo derecho que me deja tieso. Al rato me da un segundo en el tarso izquierdo (esta zona es una novedad), y poco después un tercero el el abdomen. Madre mía...

Paula me ayuda mucho en este trance, con masaje y atención. Me estoy encontrando muy mal, tengo un sensación interior horrible. No me acaba de entrar el plátano ni la bebida, temo que me pase algo y no digo nada a la familia, para no asustarles. Me tumbo en la cama, tapado con toallas, y por fortuna al cabo de unos minutos empiezo a sentirme mejor... Y ya puedo comer algo, ducharme, y salir a celebrar que he acabado un maratón, cosa que hubo un momento en que pensé que no podría, cuando tuve los pinchazos.

Acabo pues en 3:29:34. Hemos salvado los muebles con ese sub 3:30, consiguiendo la segunda peor marca de mi historial, sólo mejorando a mi primer maratón en 2008, pero con sensaciones infinitamente distintas. Y es que este maratón ha sido, sin duda, en el que más he sufrido de mi vida. De hecho, no habido ni un sólo instante de disfrute, todo ha sido lucha y malestar.

Al final todo tiene una explicación muy sencilla: el handicap que me apliqué en la salida no era suficiente. La famosa formula del "por cada segundo que vayas más rápido en la primera media de lo que te toque, perderás cuatro en la segunda media". Hechos los cálculos, sale que tenía en mis piernas un 3:25 (o un 3:20 en condiciones meteorológicas adecuadas). Y cuadra. Y volvemos al tema que planteaba al inicio, la estimación de la marca en función del coeficiente de resistencia. Si a la marca de la Mitja de Lleida. 1:32:50, si le aplico uno de mis mejores coeficientes, el de Barcelona 2017 que fue de 93,6%, me llevaba a 3:18:25 que, ajustando a temperatura-humedad, se iría a 3:22:34, pero si le aplicaba el de mi último maratón (Empúries 2021, 92,6%), entonces hablamos de 3:20:30, que con el handicap se disparaba a 3:24:33. Tenía que haber optado por la prudencia, para asegurarme un maratón de disfrute, y apuntar a 3:25. Sé que desde fuera no lo parece, pero esos 5 minutos de diferencia hacen que se pase de la felicidad a sufrir lo indecible. Y yo aquí venía a disfrutar, y he sufrido. Y la ambición, las ganas de hacer mejor marca de la que era esperable, me han desviado del que era mi objetivo. A ver si aprendo la lección de una vez, que encima es mi propia lección: TRABAJAR CON UN COEFICIENTE DE RESISTENCIA RECIENTE Y REALISTA. Porque para hacer el mejor maratón posible, la estimación del ritmo es fundamental.

Ahora mismo aún no está decidido exactamente, pero tengo ganas ya de correr un nuevo maratón para desquitarme con él, y poner en práctica mis propias enseñanzas.