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VERDADES COMO PUÑOS

"'Ay de aquellos que reduzcan la explicación de un fenómeno adverso a una sola causa, porque omitirán ( y por tanto, no corregirán) las n-1 razones restantes que también contribuyeron a ello" (ANTONI BALTAR)

jueves, 18 de julio de 2013

Cuanto Más Viejo, Más Pellejo

Vaya, llevaba meses sin escribir en mi blog, e imaginaba que mi siguiente artículo versaría sobre la lesión que arrastro aún (tendinitis de "pata de ganso"), o quizás sobre alguno de los cocktails con que últimamente me deleito (antes de que acabe el verano debo escribir sobre el Zombie, bebida que yo tenía injustamente marginada, y que a fecha de hoy se ha convertido en uno de mis cocktails de cabecera). Pero no amigos, el cuerpo me pide hablar sobre un desagradable incidente en el que me he visto envuelto hace apenas un par de horas, cuando estaba a punto de llegar a mi trabajo esta mañana...

...  He cruzado el semáforo de Travessera de Gràcia con Balmes, y he seguido caminando con paso ligero, pero nada acelerado, por la derecha de la acera. Llevo mi iPod a tope escuchando "Sisters", el único álbum de larga duración propiamente dicho que publicaron los escoceses The Bluebells, gran banda de los 80's que me descubrió muy recientemente mi querida esposa Paula, y que es uno de esos grupos "elegidos" que gozan del aprecio y bendición del entrañable e inefable Flowers, personaje del mundo musical barcelonés que alguna vez he mencionado en este blog. 


Paula, en fotografía reciente de estética vintage, gentileza de mi hija Iria


 Inicio entonces "maniobra de adelantamiento" de un peatón, el cual inexplicablemente se viene hacia mí, de resultas que tengo que poner mis manos en su hombro derecho para evitar la colisión y protegerme de la embestida, ya que su movimiento casi me empotra contra una moto de gran cilindrada aparcada a mi derecha. Moto que por cierto ha sido recientemente estacionada, ya que el contacto de mi gemelo con el tubo de escape me quema.

Me detengo y miro al individuo, un hombre mayor bastante alto. Le espeto con calma y sin levantar la voz: "señor, se me ha echado usted encima". El tipo parece algo tambaleante, y entre eso y su mirada muy agresiva, por un momento creo que va a intentar golpearme. No lo hace, pero me grita y no entiendo lo que me dice, porque los Bluebells están tocando a alto volumen "I'm Falling", o puede que fuese la siguiente, "Will She Always Be Waiting". 




Silencio mi iPod en el momento en el que, quizá animado por la nueva presencia, a su lado, de otra anciana de blancos cabellos y escasa estatura, el viejo me llama "gamarús", que en la segunda acepción del Diccionari de la Llengua Catalana describe a una persona "toixa, bestiota, o de maneres rústiques". La señora se pone de su parte, y me dice: "que no veus que és una persona gran , que no pot caminar? Tú ets tonto!" Y me hace ese universal gesto que, paradójicamente, suele describir mejor al que lo hace que al sujeto al que va dirigido: el dedo índice apuntando a la sien.

El futbolista Képler Laverán Lima Ferreira, más conocido como "Pepe", no es precisamente un modelo de cordura



 Le pregunto al hombre que por qué me insulta. "Jo no t'he insultat", contesta. le explico a la señora que el tipo se me ha echado encima, que me he quemado con el tubo de escape de la moto, pero la respuesta que consigo aún es más hiriente: "Tú ets un tontet. Ets un tontet. Has de llegir llibres". Me siento muy ofendido y se me ocurren mil réplicas, entre ellas una que a punto está de salir de mis labios: "senyora, espero que visqui vostè molts més anys encara, i així potser tindrà temps de llegir tots els llibres que jo ja m'he llegit", pero opto por respirar hondo, callar, alejarme rápidamente y seguir mi camino. Unos pasos más adelante veo de nuevo al mihura que me ha embestido; para "no poder caminar" se ha dado bastante prisa en desaparecer del lugar de los hechos. 

Siento rabia de quedar como el malo de la película, y encima haber sido llamado tonto, inculto, pueblerino y basto, por el simple hecho de intentar evitar ser estampado contra una moto, y recriminar de forma educada y tranquila la acción del transeunte hacia mí. Pienso que acaso esas personas sean grandes abuelos o padres, padre de alguno de los que me leéis, abuela de alguno de vuestros hijos. Mi madre seguro que no es; ya que falleció hace una década. Y mi padre, a pesar de su celeridad caminando, no tiene envergadura suficiente para embestir a otro peatón, y de hacerlo seguro que se disculparía.

Y pienso en la extraña simetría de la vida: cuando eres un niño, si eres insultado o agredido por alguien más fuerte, te has de aguantar. Y ahora ya adulto, rozando la cincuentena, soy insultado por personas más débiles, y también me tengo que aguantar. Se me viene a la cabeza un refrán castellano que siempre me ha hecho mucha gracia, "Cuanto más viejo, más pellejo". Creo que es rigurosamente cierto en su acepción general, que la experiencia en la vida te hace más pícaro, astuto y, en fin, malicioso. Sólo espero que en mi caso, la vejez no me haga "más pellejo" en ese sentido, sino en otro que me resultaría mucho más placentero a mí y, probablemente también, a los que me rodeen entonces. Y es que amigos, "cuanto más viejo, más pellejo" también se utiliza para expresar que, cuanto mayor es alguien, más afición al vino tiene, aludiendo al material de que están hechas botas, odres y recipientes diversos cuya misión es guardar el tan preciado y maravilloso líquido, elixir que sin duda es una de las mejores invenciones del ser humano :-)